El alumno víctima
El otro día hablamos de las características del alumno «agresor» o «bully». Hoy vamos a hablar de las características del alumno «víctima«…de ese alumno que sufre las agresiones continuadas por parte de algún compañero.
El alumno “víctima” suele ser chico o chica en una proporción similar. Algunos investigadores (Defensor del Pueblo, 2000), dicen que son más los chicos implicados, y otros (Ortega, 1992, 1993, 1997; Mellor, 1990; Fonzi et al., 1999; Roland y Galloway, 2002) encuentran proporciones similares entre víctimas masculinas y femeninas. Sólo en estudios realizados en Japón (Taki, 1992; Monbusho, 1994), se encuentra que las intimidaciones son dirigidas especialmente a las chicas por lo que éstas representan un número mayor entre las víctimas. De todas formas, la agresividad intimidatoria entre chicas se ha estudiado bastante menos (Olweus, 1998).
En lo referente al ámbito familiar, se indica que una excesiva protección paterna genera chicos/as muy apegados al hogar y sumamente dependientes, rasgo que caracteriza a las víctimas. Esas tendencias protectoras ejercidas en exceso pueden ser a la vez, causa y efecto del acoso (Olweus, 1993). Y precisamente esos padres en una mayoría de casos no son conscientes del maltrato que recibe su hijo/a. El informe Monbusho (1994) expone que el 50.6 % de los padres y madres desconocen que sus hijos son víctimas, también dice que el 67.4 % de los padres se entera por sus propios hijos y no por comunicación directa del Centro educativo.
Se han descrito dos prototipos de víctimas. La “activa” o “provocativa”que exhibe sus propios rasgos característicos que son usados por el agresor para justificar su conducta (“es tonto”, “es un pesado”, “le gusta provocarme”, “me mira con desprecio”, etc), y la “pasiva” o “sumisa” cuando sufre en silencio los ataques del agresor (Olweus, 1991; Trianes, 2000; Avilés, 2002). La víctima, que suele ser señalada como insegura, débil, ansiosa, sensible, tranquila y tímida, y con muy bajo nivel de autoestima (Farrington, 1993) vive el maltrato como una situación “durísima”, como algo que excede sus recursos para afrontarlo y lo vive intensamente.
Entre los estudiantes de Secundaria episodios aislados de bullying pueden originar reacciones negativas, irritabilidad, pánico, falta de concentración por la memoria repetida del episodio, pero si los episodios se repiten y el estrés se va acumulando, es probable que se produzcan sentimientos de soledad, depresión, ansiedad y pérdida de seguridad personal (Farrington, 1993; Hawker y Boulton, 1996; Campart y Lindström, 1997). Existen relaciones entre ser víctimas y el tamaño del grupo (Boulton, 1999). Los chicos señalados como víctimas por sus iguales suelen mostrar mucha conducta solitaria y baja preferencia de los compañeros; lo mismo en las chicas en las que “estar sola” correlaciona positivamente con ser víctima.
Hoy por hoy está perfectamente establecido que la victimización física y la subordinación psicológica correlacionan con sentimientos de depresión, baja autoestima, soledad y ansiedad (Farrington, 1993; Sharp et al., 2000). Pero los estudiantes de Secundaria, perciben como bullying más el acoso y agresiones verbales que el maltrato físico, es decir, experimentan tanto o más trauma debido a agresiones verbales continuadas que a episodios de agresiones físicas (Hood et al., 1992).
Si nos referimos a quienes o qué alumnos tienen una mayor probabilidad de ser víctima de los malos tratos entre iguales, diremos que son los alumnos con NEE (alumnos con necesidades educativas especiales). Diferentes estudios lo ponen de manifiesto. Hay tres factores (Smith, 1999), que incrementan el riesgo de ser victimizado para estos alumnos:
– Tienen características particulares salientes, que les convierten en objetivos de atención.
– Suelen estar poco integrados en las redes de amistad y apoyo de la clase, y por tanto, faltos de la protección que aportan las relaciones de amistad y compañerismo entre los iguales.
– Algunos de estos chicos presentan problemas conductuales que “molestan” a otros y les hacen comportarse de forma que “provocan” la agresión.
Un estudio de Hugh-Jones y Smith (1999), pone de manifiesto que la mayoría de 276 adultos tartamudos, habían sufrido experiencias de bullying en la escuela. Los que habían sido víctimas informaban de haber tenido dificultades en sus relaciones con los compañeros y una mayoría relató que esas experiencias habían tenido consecuencias negativas inmediatas y a corto plazo, mientras que un 46 % informó de repercusiónes a largo plazo.
La salud física, también puede predisponer para sufrir (o ejecutar) violencia entre iguales. Según un estudio (Rigby, 1998), aunque eran las chicas que eran víctimas quienes informaban de más angustia y más repercusiónes de salud física, en general las víctimas de ambos sexos, presentaban problemas de salud física y emocional. Los efectos en la salud se explican teniendo en cuenta que el estrés resulta ser una variable influyente. El estrés provoca ansiedad y problemas emocionales que repercuten, sin duda, en la salud. Podría ser entonces que los niños con NEE experimenten, en comparación con los demás, una mayor severidad en las consecuencias de recibir agresiones en el colegio. Los profesores, hemos de tenerlo en cuenta.
Bueno. otro día seguiremos hablando del alumno «observador«. Os recuerdo que si alguno de vosotros estais haciendo una investigación o sencillamente estais interesados sobre el tema, podeis pedirme que os complete determinadas referencias bibliográficas (las que os interesen) que yo cito…podeis hacerlo a través de «enviar un comentario» y yo las publicaré en el blog.
Saludos y hasta pronto.
Donde esta la bibliografia?
si quisiera saber por ejemplo de donde se saco la cita que dice:
«Diferentes estudios lo ponen de manifiesto. Hay tres factores (Smith, 1999), que…»
Almendra, la bilibografía completa de la cita (Smit, 1999), es la siguiente:
Smith, P. K. (1999) . UK and Ireland. En P. K. Smith; Y Morita, J. Junger-Tas, D. Olweus; R. Catalano and P. Slee (Eds.): The nature of school bullying : A croos-national perspective (68-90). Londres : Routledge.
Un cordial saludo.
es una tonteria maltratar a otros solo para reir un rato sin saber el daño que causamos
Micheelt, estoy totalmente de acuerdo contigo. Muchos escolares dejarían de acosar a sus compañeros si fueran conscientes del inmenso daño que causan.
Un cordial saludo.
¿Existe alguna relación directa entre ser hijo de profesor y ser acosado?, ¿que problemas conlleva impartir clase a tu propio hijo?
Oscar, no existe ninguna relación entre ser hijo de profesor y ser acosado. Existen múltiples y variadas circunstancias que favorecen la aparición del acoso escolar, pero ser hijo del profesor no es una de ellas. Con esto no quiero decir que en ningún caso, el hijo de un docente no vaya a sufrirlo. De hecho conozco algunos casos de profesores, cuyos hijos van a colegios distintos a los que ellos prestan servicios, en que sucede.
Impartir clases a tu propio hijo es algo que debes decidir observando las ventajas y los inconvenientes. He tenido compañeros que llevaban a sus hijos a sus centros y no hubo ningún problema. Sin embargo es un porcentaje mínimo de docentes quienes deciden llevarse a sus hijos con ellos. No tanto en primaria, pero sí en secundaria. En Primaria, ese hecho tiene muchas más ventajas que inconvenientes, pues los niños tienen tu mismo horario, y van contigo al colegio. Ello te evita madrugar más para dejarles antes de ir a tu trabajo, te quita problemas a la hora de recogerlos y si además comen en el centro, la ventaja se multiplica.
En secundaria, al ser más mayores, el problema de llevarles y traerles no existe, pues perfectamente pueden ir solos si van a un centro cerca de casa, aunque no sea el tuyo. Sin embargo el tenerlos en el mismo centro, sí implica por el resto de compañeros tuyos un trato “diferente al resto de los alumnos”, que a veces es difícil de “esconder” (tanto en lo que respecta a las calificaciones, como a posibles sanciones). Y ello tanto si tu hijo es buen estudiante, como si es un alumno disruptivo. Lo mejor para el alumno (tu hijo), en este caso sería pasar desapercibido entre el resto de compañeros, porque los alumnos suelen tener un sentido “de la justicia” diferente al nuestro y detectarían un trato diferente para tu hijo por parte del profesorado, de forma automática (aunque ese trato diferente no fuese apenas perceptible), y eso sí podría generar problemas de relación a tu hijo con sus compañeros de clase.
Mi opinión es que tener a tu hijo como alumno no es en sí ni bueno ni malo. Todo dependerá de cómo gestionéis él y tú (especialmente tú) la situación y las relaciones tanto con sus iguales, como con tus compañeros docentes.
Decidas lo que decidas, siempre, si la cosa no va bien, puedes probar la contraía al curso siguiente.
Suerte en la elección.
Un cordial saludo.