Entrenamiento en Solución de Problemas
Hoy, tal y como dije el otro día, hablaré del entrenamiento en solución de problemas. El entrenamiento en “Solución de Problemas” se centra en las percepciones, auto evaluaciones, atribuciones, etc (en definitiva, procesos cognitivos) que subyacen a la conducta agresiva o al desajuste conductual (Berkowitz, 1974; Novaco, 1978), en definitiva, a la conducta desadaptada. A partir de diferentes investigaciones (Blatt y Kohlberg, 1975; Spivack, Platt y Shure, 1976; Shure y Spivack, 1978,1982), se teoriza que el aprendizaje social es mediado por un conjunto de procesos cognitivos o habilidades cognitivas de solución de problemas interpersonales, aceptándose la existencia de una relación muy estrecha entre la habilidad mencionada, y un funcionamiento humano saludable. Estos autores (Spivack y Shure, 1974), desarrollaron un “Entrenamiento Cognitivo en Solución de Problemas Interpersonales”. Pretenden enseñar al sujeto “cómo pensar” en vez de “qué pensar”, a partir de aumentar su habilidad para generar soluciones a los problemas; para determinar las formas adecuadas de cómo conseguir las metas, y para reconocer las consecuencias de las estrategias utilizadas para ello. También Goldfried y Goldfried (1980), desarrollan propuestas concretas. Y desde épocas más recientes son muchas las aportaciones del entrenamiento en “solución de problemas”, como son las técnicas de resolución de conflictos (Cornelius y Faire, 1998; Johnson y Johnson, 1999; Porro, 1999; Bermúdez, 2000), las técnicas de negociación y mediación (Corsaro, 1981; Girard y Kock, 1997; Fernández, 1998 a; Brandoni, 1999; Torrego 2000, Torrego y otros, 2000, 2001), o la técnica del aprendizaje cooperativo (Ovejero, 1990; Esteve, 1997;Olweus, 1998; Johnson y Johnson, 1999; Johnson, Johnson y Holubec, 1999;Carbonell, 1999; Cava y Musitu, 2000), usadas como herramientas de diálogo y de encuentro interpersonal, algo que sin duda puede contribuir a la mejora de las relaciones y a la búsqueda satisfactoria de acuerdos en los conflictos.
Muchos investigadores (Lochman, Burch, Curry y Lamprom, 1984; Arbuthnot, Gordon y Jurkovic, 1987; Kazdin, Esveldt-Dawson, French y Unis, 1987), concluyeron que este tipo de entrenamiento en niños y adolescentes agresivos, favorece cambios positivos en la escuela, en su casa, y en su comunidad, manteniéndose de forma evidente las mejoras conseguidas, incluso un año después.
También se han combinado diferentes técnicas de intervención, por ejemplo “autoinstrucciones” con “Entrenamiento en Solución de Problemas Interpersonales”, siendo quizás, el más conocido el “Piensa en voz alta” (Think Aloud) de Camp y Bash (1981). Se elaboró para trabajar con alumnos agresivos, de los primeros niveles educativos, y son los mismos profesores los que actúan tanto de entrenadores como de evaluadores en todo el proceso en el que se combina la auto-instrucción de Meinchenbaum y las técnicas de Solución de Problemas Interpersonales de Spivack y Shure. Los resultados demuestran que los niños y niñas entrenados de esta forma, presentan cambios significativos en su conducta prosocial. También se piensa que la combinación de el “Entrenamiento en Solución de Problemas Interpersonales”, con el “Entrenamiento Dirigido” (coaching), puede conducir a elaborar programas más eficaces (Jiménez, 1994).
Existen evidencias de que la duración del entrenamiento, la edad, y el desarrollo cognitivo del sujeto, pueden influenciar los resultados de todos estos tratamientos (Cole y Kazdin, 1980). E incluso se sabe, que los procesos cognitivos subyacentes a una mala adaptación, se relacionan con otras variables (prácticas de crianza de los padres), que correlacionan con el mantenimiento y desarrollo de la conducta antisocial (Shure y Spivack, 1978; Patterson, 1980, 1986).
Otra cosa, también a tener en cuenta a la hora de planificar tratamientos eficaces (Spivack y otros, 1976), son las diferencias evolutivas, porque determinados procesos pueden resultar altamente significativos en una edad, y resultar apenas importantes en otras. Se reconoce la necesidad de intervenciones más complejas y de mayor duración para lograr efectos más duraderos. Bloom (1985), sostiene como más razonable un entrenamiento evolutivo continuado de la competencia socio emocional, que la realización de intervenciones leves, o solamente durante períodos críticos.
Se ha comprobado que de todas las formas de intervención en competencia social, las que se limitan únicamente a proporcionar información, tienen efectos mínimos sobre las conductas de los niños y adolescentes. Sin embargo, aquellos programas de mayor duración de aplicación, y que enseñan competencias más generales a nivel social y personal (manejo del estrés, autocontrol, toma de decisiones, solución de problemas, resistencia a la presión de los iguales, asertividad, desarrollo de la empatía…), han dado resultados muy positivos y significativos hasta un año después del tratamiento en áreas como adaptación social, conducta asertiva, conducta agresiva, relaciones con los iguales, etc, algo de lo que tan necesitada está hoy la maltrecha convivencia de nuestros Centros Escolares, por los problemas cotidianos de violencia que se generan en su entorno. Son varias las experiencias realizadas a partir del entrenamiento en “solución de problemas”
Por hoy lo dejamos. Otro día hablaré de las intervenciones a partir de la “solución de problemas”.
Saludos y hasta pronto.
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