Informe del Defensor del Pueblo 2007 (II).
Continuamos hoy con el Informe del Defensor del Pueblo 2007. Este es el segundo artículo (II) de los, al menos cinco, que conformarán el resumen de ésta investigación.
Respecto a la victimización efectuada a través de la Red (Internet) o utilizando teléfonos móviles, el cuestionario utilizado incluía preguntas o cuestiones al respecto. Algunos alumnos lo identifican como instrumentos de su “acoso”. Cuando se les pregunta por ello, se obtienen los datos que aparecen en los siguientes gráficos.
Maltrato a través de las nuevas tecnologías, según las víctimas, agresores y testigos.
Según las víctimas
Según los agresores
Según los testigos
A partir de los datos se observa que un 5.5 % de los escolares que admiten ser víctimas, apunta a las nuevas tecnologías como el instrumento de los abusos que recibe, si bien, un 5.1 % de los casos esporádicamente, y un 0.4 % como bastante frecuente (en muchos casos). Respecto a los agresores, la incidencia es de 4.8 % y 0.6 % respectivamente al señalar que lo hacen “a veces” y “en muchos casos”. En los testigos alcanza el 22 % en porcentaje de casos en los que se observa “a veces”, y a un 3 % cuando se observa “en muchos casos”.
Probablemente el hecho de utilizar estos instrumentos tecnológicos, más que una nueva forma de acoso o categoría de maltrato, sea una forma para hacer más ofensivos los abusos para la víctima. Se requieren por ello nuevos estudios para conocer la incidencia de las nuevas tecnologías en el acoso entre iguales.
Podría decirse según éstos datos, que la incidencia de los “maltratos” que utilizan las nuevas tecnologías (móviles e Internet), es bastante más baja en comparación con las frecuencias con que se producen el resto de los maltratos. Sin embargo, en los cursos posteriores a la realización del Informe del Defensor del Pueblo 2007, ese tipo concreto de “maltratos” ha aumentado considerablemente su frecuencia y gravedad.
En relación con los datos obtenidos a partir de los alumnos/as que se consideran a sí mismos “víctimas”, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la incidencia de los distintos tipos de “acoso” en las diferentes Comunidades Autónomas.
Respecto al tamaño del hábitat dónde se ubica el centro, solo se encontraron diferencias estadísticamente significativas en el tipo de maltrato “esconder cosas”. Se calificaron como “víctimas” de ello más alumnos de centros educativos ubicados en localidades de menos de 2.000 habitantes, que alumnos de centros ubicados en localidades mayores.
En lo que respecta a la titularidad del centro, los tipos de maltrato “hablar mal de otros” y el “no dejar participar” presentan diferencias estadísticamente significativas. Un 56.5 % de alumnos de centros privados, declaran que otros “hablan mal de ellos”, en los concertados, un 36.2 %, y en los públicos un 28.9 %. Así mismo declaran también que “no les dejan participar” (en relación a la categoría “a veces”) un 9.9 % de alumnos de centros concertados, y un 5.7 % de escolares de centros públicos.
Respecto a la variable género, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en tres tipos de maltrato, “recibir motes ofensivos”, “hablar mal de mí” y “pegar”. Un 30.4 % de chicos, frente a un 23 % de chicas, declara que algún compañero/a le “pone motes ofensivos”, y un 5.9 % de chicos dice que “le pegan”, frente a un 1.9 % de chicas que dice recibir ese tipo de maltrato concreto. Los datos se invierten respecto al tercer tipo de “acoso” en que se encuentran diferencias estadísticamente significativas, porque declaran que “hablan mal de mí” un 37.7 % de chicas, frente al 25.4 % de chicos.
Cuando se relaciona el género y el curso, en 1º de ESO hay más chicos (14.2 %) que chicas (5.4 %) a las que “no les dejan participar”.
Respecto a la variable origen (nacional o inmigrante) de los escolares de la muestra, solo se encontraron diferencias estadísticamente significativas en dos tipos de acoso, concretamente en “ser ignorado” y “amenazas con armas”. El colectivo inmigrante representa en esta investigación el 7 % de la muestra total, y casi el 20 % de ellos afirman “ser ignorados”, y el 1.9 % dicen sufrir “amenazas con armas”. Se trata de un dato que debería ser tenido muy en cuenta, pues supone un importante incremento proporcional aunque en la muestra total sólo supone este tipo de maltrato el 0.4 %.
Cuando se valora la incidencia a partir de los datos aportados por los “agresores”, no se encuentran diferencias estadísticamente significativas ni en relación a la Comunidad Autónoma, ni en relación al hábitat. Es decir, el “acoso” resulta igualmente frecuente en el conjunto de todos los centros educativos del país, independientemente de su localización.
En relación a la titularidad del centro (pública o concertada) se encontraron diferencias estadísticamente significativas en los tipos de maltrato de “ignorar” y “hablar mal” de otros. Respecto a “ignorar”, en los centros concertados se declaran “agresores” un 37.6 % de alumnos/as frente al 29.9 % de escolares en los centros públicos. En cuanto al “hablar mal” de otros, también la incidencia de agresores es más elevada en los centros concertados, (41.5 %) frente al 32.1 % en la pública.
Respecto al género se encuentran diferencias estadísticamente significativas entre chicos y chicas “agresores” en los tipos de acoso “no dejar participar”, “insultar”, “poner motes ofensivos”, “hablar mal de alguien”, “esconder cosas”, “romper cosas”, “pegar”, “amenazar para meter miedo” y “acosar sexualmente”. Los chicos se declaran más agresores que las chicas en todos ellos, excepto en “hablar mal de otros”, en que reconocen hacerlo un 42.8 % de chicas agresoras, frente al 28.5 % de los chicos agresores, observándose en general más diferencias en el caso de los agresores que en el de las víctimas, en relación al género.
A partir de lo que declaran los agresores, en relación al curso (1º, 2º, 3º y 4º de ESO), también se encuentran diferencias estadísticamente significativas en los tipos de maltrato “ignorar”, “hablar mal de otros” y “pegar”. El gráfico siguiente muestra los datos. Se observa que la agresión física directa, es decir, “pegar”, es menos frecuente entre los escolares de 4º de ESO, aunque “ignorar” y “hablar mal” de otros, se producen con más frecuencia en este curso que en los demás.
Porcentaje de agresores de diferentes tipos de maltrato en función del curso.
Diferencias estadísticamente significativas (p<0.001)
Respecto al origen (nacional o inmigrante) no se encontraron diferencias estadísticamente significativas al analizar los datos que aportaron por los agresores/as.
A partir de los datos aportados por los “testigos” u observadores, se observa que no inciden en la frecuencia de los tipos de “acoso” ni la Comunidad Autónoma, ni el hábitat, ni la titularidad del centro. En relación al género, son más chicas que chicos quienes declaran ser testigos de cómo algunos compañeros “hablan mal de otros”, tipo de acoso en el que también, más chicas que chicos reconocen ser víctimas y agresoras.
También, a partir de los datos aportados por los “testigos”, el curso se asocia con diferentes tipos de “acoso”. Se encontraron diferencias estadísticamente significativas en “ignorar”, “insultar”, “poner motes ofensivos”, “hablar mal de alguien”, “romper cosas” y “robar cosas”. Se observa en la siguiente tabla.
Porcentaje de testigos de diferentes tipos de maltrato en función del curso.
Tipo del maltrato | 1º de ESO | 2º de ESO | 3º de ESO | 4º de ESO |
Ignorar | 78.3 | 82 | 85.3 | 85.8 |
Insultar | 85.8 | 90.2 | 90.7 | 92.4 |
Poner motes ofensivos | 82.5 | 89.4 | 91.6 | 92 |
Hablar mal de alguien | 83.5 | 90.4 | 91.4 | 93.4 |
Romper cosas | 34.7 | 40.8 | 45.4 | 41 |
Robar cosas | 37.4 | 43.2 | 48.9 | 51.3 |
En todos los porcentajes existen diferencias estadísticamente significativas (p<0.001)
Al tener en cuenta la variable origen (nacional o inmigrante), desde la perspectiva de los “observadores” o testigos se encuentran diferencias estadísticamente significativas en las acciones de “insultar” (90.4 % según los participantes nacionales, frente al 81.6 % de los participantes inmigrantes), “poner motes ofensivos” (89.7 % frente al 76.4 %) y “hablar mal de otros (90.3 % frente al 81.8 %).
En definitiva, los aspectos fundamentales de la incidencia diferencial podrían resumirse en que las variables Comunidad Autónoma y tamaño del hábitat (ciudad de ubicación del centro educativo) no son significativas en cuento a las frecuencias de aparición de los distintos tipos de “maltrato”, exceptuando el tipo de acoso “esconder cosas” que sí presenta relación con el tamaño del hábitat.
Los centros educativos concertados y privados presentan tendencia a mayores incidencias de maltratos que los centros públicos, encontrándose pocos testigos de “acoso” (“ignorar” y “hablar mal de otros”) con frecuencias de aparición estadísticamente significativas en función de la titularidad del centro.
La variable género incide de forma clara. Son más chicos que chicas los que agraden, y también son más chicos que chicas los que sufren un mayor número de abusos, sobre todo físicos. Las chicas, en cambio, tanto desde la perspectiva de “testigo”, de “agresoras” o de víctimas”, utilizan y sufren en mayor medida que los chicos, el maltrato de “hablar mal de otros” compañeros.
Otra variable a tener en cuenta es el curso. Los alumnos de 1º y 2º de ESO, declaran ser objeto de diferentes tipos de “maltrato” en mayor medida que los alumnos/as de 3º y 4º.
Respecto al origen de los participantes, un elevado número de escolares inmigrantes (significativamente mayor que los participantes de origen nacional) declaran ser “ignorados” y “amenazados con armas”.
Bueno, otro día seguiremos con éste artículo al que denominaré “Informe del Defensor del Pueblo 2007 (III).
Saludos y hasta pronto.
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