Bienvenida

Bienvenidos a “Acoso en el aula: Una violencia a erradicar”. Aunque con nuevo diseño, este blog es continuación de una bitácora con el mismo título, que desde septiembre de 2007, funcionaba en WordPress.

Todos los artículos y mensajes que allí se fueron dejando, así como mis respuestas a ellos, han sido “volcados” en este. Algunos indicios de ese “volcado” lo veréis al leer algunas de mis respuestas a diferentes mensajes; veréis que frecuentemente hago referencia a un calendario azul (cuando este es marrón), situado arriba, a la derecha, donde “clikeando” y situando determinadas fechas puede accederse a determinados artículos.  En este, al agruparse por categorías temáticas, los artículos serán de más fácil acceso que en aquel. Además, éste, lleva incorporado un foro en el que podrá debatirse en tiempo real, sobre temas relacionados con la educación.

Por ello, os animo a todos no sólo a seguir visitándolo, planteando las dudas que tengáis (igual que en aquel), sino también a participar en el foro al que podéis acceder “clikeando” sobre la cartela amarilla sujeta con un “clip” rojo (arriba, a la derecha).

A través del foro os queremos ofrecer un espacio global en relación al mundo educativo. En el podréis presentar/discutir/apoyar e incluso criticar poniendo en común, situaciones y circunstancias que se producen a diario en el aula. También deseamos que sea punto de encuentro de investigadores y doctorandos que trabajan en el tema de la violencia escolar. Aquí podrán tanto pedir como prestar ayuda a otros «colegas».

Las cinco categorías que presenta, creemos engloban la casi totalidad de la problemática (en relación a la violencia) existente en la escuela.

Esperamos vuestra participación y que el foro resulte de utilidad.

Un cordial saludo.

Publicaciones sobre bullying.

A finales de diciembre de 2009, la editorial “Sanz  y Torres” publicó dos libros de los que soy coautor. Uno de ellos lleva el título “Bullying. Cómo detectarlo, prevenirlo y afrontarlo desde los diferentes equipos y estamentos docentes” y el otro “Habilidades sociales frente al bullying y cualquier tipo de conflictividad en el aula”.

Ambos han sido escritos a partir de mi tesis doctoral («La violencia en los Institutos de Educación Secundaria. Una propuesta de intervención»), y entre los dos recogen amplios resúmenes tanto la parte teórica, como de la parte práctica (experimental).

En ellos podéis encontrar  completas  todas las referencias bibliográficas que aparecen en los diferentes artículos de este blog.

(Edición: 1ª – 2009. Páginas: 278 . ISBN: 9788496808515. Tamaño: 24X17. Encuadernación: RÚSTICA. Idioma: ESPAÑOL. Precio IVA incluido: 18,72 €)

(Edición: 1ª – 2009. Páginas: 180 páginas.  ISBN: 9788496808508.  Tamaño: 24X17. Encuadernación: RÚSTICA. Idioma: ESPAÑOL. Precio IVA incluido: 12,48 €).

 

Los dos textos formaron parte de los estudios de postgrado de formación del profesorado, del curso “Aspectos psicoeducativos del bullying. Estrategias de afrontamiento en el aula” que ofreció la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) durante los cursos 2010 y 2011.

A fecha de hoy, soy titular de todos los derechos y por ello quiero ponerlos a disposición de quien los quiera comprar por solamente 2 euros cada uno (en una versión bastante más amplia que la reseñada). Podéis adquirirlos “cliqueando” en la portada correspondiente, de las imágenes que aparece en la parte derecha del blog.

Espero que esta información os resulte de utilidad.

Un cordial saludo.

Curso UNED: "Aspectos psicoeducativos del bullying"

Dentro del programa de Formación del Profesorado, La UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), ofrece un curso en la modalidad de «a distancia» de 120 horas, denominado “ASPECTOS PSICOEDUCATIVOS DEL BULLYNG: ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO EN EL AULA”. Comenzará a partir del próximo mes de octubre, y yo participo como uno de los profesores del curso.

En el pdf adjunto os presento una información completa sobre el curso. [img083]

Solo la concienciación profunda de los docentes respecto a la verdadera dimensión del problema, hará que la lucha contra el bullying resulte exitosa. Y esa concienciación sólo es posible a partir de una amplia y rigurosa información.

Curso sobre los aspectos psicoeducativos del Bullying

La UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), dentro del programa de Formación del Profesorado, ofrece un curso en la modalidad de «a distancia», de 120 horas, denominado “ASPECTOS PSICOEDUCATIVOS DEL BULLYNG: ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO EN EL AULA”. Comenzará a partir del próximo mes de noviembre, y yo participo como uno de los profesores del curso.

El curso va dirigido a profesionales de la educación:, es decir, a Profesores de Aula, a Equipos de Orientación , a Equipos Psicopedagógicos, a profesores con cargos Directivos, a profesores de PCPIs. Estos profesionales pueden ejercer en E. Primaria, Secundaria, Ciclo Formativo de Grado Medio y Superior, También se dirige a Alumnos de Psicología, Psicopedagogía, Ciencias de la Educación, Educación social, Trabajo social y profesionales interesados en el tema.

Los objetivos, contenidos, metodología y actividades, así como el material didáctico, las tutorías, los criterios de evaluación y calificación, así como el importe del curso, podeis verlo en la siguiente dirección:

http://apliweb.uned.es/guia-cursos-eduper/guia_curso.asp?id=84567&curso=2010

Si accedeis a esa dirección, haciendo “click” arriba, sobre “programa de FORMACIÓN DEL PROFESORADO” se abre el programa de formación de la UNED para el curso 2009-2010.

Aquí encontrareis las fechas de desarrollo del curso (desde diciembre de 2009 a mayo de 2010 ambos inclusive), el plazo de matrícula (del 8 al 31 de octubre de 2009), el precio (281,23 €),  y las direcciones de la página Web (www.uned.es/fcontinua), y el correo electrónico: pfp@adm.uned.es). También puede obtenerse información en los Centros Asociados de la UNED: www.uned.es

La lucha contra el bullying depende en gran medida, de la concienciación profunda de los docentes respecto a la verdadera dimensión del problema. Y esa concienciación sólo es posible a partir de una amplia y rigurosa información.

Inadaptación a los padres

Hoy vamos a hablar de la inadaptación de los chicos/as a su entorno más próximo. Concretamente vamos a hablar de la inadaptación a los padres.

El contexto familiar tiene un gran peso en las situaciones de inadaptación social. La ausencia de límites por parte de la familia es el denominador común independientemente de la clase social de pertenencia, estando en la base de los desajustes, unas relaciones insatisfactorias con sus familias y con su entorno inmediato. Muchos de los niños y jóvenes inadaptados socialmente “son o han sido víctimas de abandonos, separaciones parentales, violaciones, malos tratos, utilizados para fines de lucro y aprovechamiento de los adultos” (Panchón y De Armas, 1996, p. 249). En definitiva han sufrido frialdad afectiva, métodos de disciplina asistemáticos o inconsistentes, problemas graves de desestructuración familiar, problemas graves transitorios, problemas derivados de causas psicofísicas, rechazo y malos tratos en la infancia por parte de sus padres, carencias en la preparación académica, dificultades intelectuales en alguno de sus padres, lo que trae como consecuencia una situación económica muy deteriorada, conflictos laborales, etc (Olweus, 1980; Parke y Slaby, 1983; McCord, 1983, 1986; Patterson, 1986; González, 1989; Monge, 1992).

Una causa importante en la inadaptación a los padres, proviene del estrés familiar (y sabemos que cuando el nivel de estrés que experimentan los padres es superior a su capacidad para afrontarlo, hay enormes posibilidades de que surja la violencia) procede, sin duda, de las condiciones de extrema pobreza y de las dificultades que de ella suelen derivarse en la propia vivienda familiar (falta de espacio, temperaturas extremas, falta de higiene, falta de alimentos básicos…). Estas condiciones extremas son una condición de riesgo psicosocial para las personas que en ellas se encuentran, incluyéndose también, por supuesto, el riesgo de violencia (Jaffe, Wolfe, Wilson y Zak, 1985; Wolfe, 1988; Trickett et al. 1991). Diferentes estudios encontraron relaciones significativas entre la utilización de la agresión hacia los niños y el empleo de la violencia entre los propios adultos que conviven con ellos (Straus et al. 1980). Incluso, Emery (1989), detecta problemas de internalización (miedo, aislamiento, resentimiento) y externalización (conductas agresivas, conductas de desafío) en los niños que conviven con mujeres maltratadas, problemas sumamente parecidos a los que produce el hecho de ser propiamente maltratado.

El estrés familiar, las frustraciones y la inestabilidad familiar, con problemas económicos y sociales, han sido asociadas a problemas de conducta y agresividad en adolescentes varones (Jaffe et al., 1985; Verhalst et al., 1985). Los resultados de estos estudios están influidos por el género, ya que a partir de informes de padres y profesores, existe más violencia en los hijos varones que en las chicas de familias con dificultades.

La pobreza incluso puede mermar las habilidades de los padres para proporcionar apoyo emocional estable, o puede incrementar el rechazo paternal afectando a los sentimientos de seguridad y cariño en sus hijos (Toomey y Christie, 1990).

Ambos sexos no sufren igual la ausencia permanente de ambos padres incluso por motivos laborales. Werner y Smith (1982), encontraron que las ausencias de los padres estaba relacionada con el carácter fuerte entre las chicas de alto riesgo, pero esas mismas condiciones eran destructivas para los chicos.

Las prácticas de crianza de los padres resultan determinantes en las futuras conductas prosociales o desviadas de los chicos (Patterson, 1980). Una estricta supervisión de los padres y la regulación de la actividad fuera de casa del grupo de pares de los hijos, reduce el riesgo de conductas delictivas en niños criados en ambientes de riesgo (Wilson, 1980). Por eso se sugiere quizás, que los entornos urbanos representan más riesgo que los entornos rurales (Patterson y Stouthamer-Loeber, 1984).

Otro día hablaremos de otras inadaptaciones. Saludos y hasta pronto.

Curso de verano 2009 sobre bullying

Entre los Cursos de Verano que la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) ofrece para este verano 2009 en Ávila (6-10 de julio), hay uno referido al “acoso entre iguales”. Se denomina “Bullying y Discapacidad: detección, prevención y estrategias de afrontamiento desde los diferentes equipos y estamentos docentes”.

En este curso, el martes 7/07/2009, yo imparto dos ponencias seguidas. Desde las 10 h. hasta las 14 h. hablaré de las actuaciones concretas que frente al bullying deben realizar los Equipos Directivos, la Jefatura de Estudios, el claustro de profesores, el tutor, el Departamento de Orientación, los padres de alumnos, y otras instituciones implicadas (poder judicial, medios de comunicación, poderes educativos, y administraciones locales).

El miércoles 8/07/2009, a las 12 horas, participaré en una mesa redonda que aborda el tema “Panorama actual de la violencia escolar”, y el jueves 9/07/2009, a las 17 horas, participaré en otra mesa redonda que aborda las “Implicaciones socio-afectivo-emocionales del acoso escolar”.

El programa completo del curso podéis verlo en la siguiente dirección:

http://apliweb.uned.es/cverano/cursos.asp?idcurso=112

El Macrosistema.

Hoy voy a completar la Psiclología Ecológica, hablando del «Macrosistema».

Aunque seamos conscientes de que los medios de comunicación pueden influir negativamente en los niños y adolescentes en lo que respecta a la formación de personalidades violentas, no debemos olvidar que determinadas creencias existentes en nuestra sociedad hacia la violencia y hacia los diversos papeles y relaciones sociales en cuyo contexto se produce, ejercen una decisiva influencia en los comportamientos violentos.

Las peleas entre grupos o pandillas de adolescentes, hay que encuadrarlas casi siempre dentro de esa subcultura de la violencia, lo cual supone que algunos grupos aceptan la violencia como estilo preferente de respuesta a “ofensas”. Sus miembros asimilan los valores del grupo al que pertenecen y apoyan, guiándose hacia comportamientos violentos. Los valores dominantes influyen en creencias y actitudes que a su vez son reflejadas en la conducta. Cada grupo de referencia tiende a desarrollar un conjunto de valores hacia los cuáles los miembros de grupo están favorablemente dispuestos. Construyen la realidad en términos de estos valores y actúan de acuerdo con ellos (Goff y Goddard, 1999).

Incluso, las propias creencias y valores de los adolescentes acerca de la violencia interpersonal influyen en esa violencia que sin duda, se da con más frecuencia de la deseada en nuestros institutos.

Los adolescentes no aprueban o desaprueban globalmente la violencia cuando la situación es provocada, sino que sus juicios son dependientes del contexto en el cual ocurre la violencia (Turiel et al., 1991;Fatum y Hoyle, 1996; Astor, 1998).

Los valores son importantes a la hora de explicar relaciones entre variables demográficas (clase social, género…) y conductas violentas (Felson et al., 1994). También resultan válidos para explicar las interacciones negativas familiares y la existencia de problemas de conducta en los jóvenes (Allen et al.,1990).

Las creencias normativas que legitiman la agresión son importantes predictores de conducta agresiva posterior, existiendo un fuerte efecto de género en el estudio de valores que median el comportamiento violento; los chicos presentan una mayor representación en valores de búsqueda de diversión que terminan en comportamientos violentos físicos y vandalismo.

A fin de superar las actitudes negativas provenientes de un determinado orden de creencias establecido, diversos autores e Instituciones (Feshbach, 1974; Consejo de Europa, 1979; Belsky, 1980; Díaz Aguado, 1996), proponen como acciones a realizar, una crítica a la violencia en todas sus manifestaciones, conceptualización de la violencia como un problema que nos implica a todos; comprensión de la multicausalidad de la violencia, la cual, siempre genera más violencia, desarrollo de la tolerancia, y superación de los estereotipos, sobre todo los sexistas.

Este es el quinto artículo referente a la «Psicología Ecológica», y con el doy por finalizada la “profundización” en enfoques de la violencia no cognitivos.

Saludos y hasta pronto.

Los sindicatos convocan huelga de docentes.

El pasado día 24 de abril, por primera vez en 20 años, los docentes ingleses han hecho una huelga, porque llevan tres años recibiendo un aumento anual de sueldo por debajo de la inflación. La huelga implicó el cierre total de 2000 colegios, y otros tantos sufrieron un cierre parcial.

A mí me parece que los docentes españoles hemos perdido más poder adquisitivo que nuestros colegas británicos. Para confirmarlo pedí a mi compañero Jesús Granda (matemático) que realizara un pequeño estudio sobre “la inflación y los salarios de los profesores de Secundaria”, y así resolver esa duda.

Estos son los datos que me ha proporcionado, tomando como fuente datos del INE (Instituto Nacional de Estadística).

La tasa de inflación acumulada de marzo de 1992 a marzo de 2008 es de 69.6 %

El salario bruto de un docente de secundaria recién incorporado (es decir, sin tener en cuenta la antigüedad y otros complementos) en marzo de 1992 y marzo de 2008 fue y es:

Los salarios de marzo de 1992 actualizados a marzo de 2008 según la tasa de inflación acumulada (es decir, lo que deberíamos cobrar para no perder poder adquisitivo serían:

Sobre el salario total hemos perdido un 10,04 % de poder adquisitivo respecto a marzo de 1992. Para  recuperarlo, la subida respecto al salario actual deberá ser del 6,3 %

Si nos fijamos en el sueldo, hemos perdido un 33,3 % de poder adquisitivo respecto de marzo de 1992. Para recuperarlo, la subida respecto al sueldo actual deberá ser del 25,1 % .

Esta descompensación entre sueldo y salario total es debida al aumento del complemento general docente (aquí se incluye la subida debida a la Comunidad Autónoma de Madrid).

Pero ¡Cuidado!, el 6,3 % de incremento salarial debería aplicarse, del mismo modo a trienios y sexenios, que también han sufrido pérdida del poder adquisitivo.

Llevo 28 años en la enseñanza. Accedí al cuerpo bastante antes de que el Ministerio de Educación cediera la mayoría de las competencias a las Autonomías, y no recuerdo un solo año en que a nuestro salario subiera por encima de la inflacción. Como mucho la subida era según la inflacción «estimada» por el gobierno de turno, que siempre era menor que la real. Y varios años, la subida fue «0» por congelación del sueldo de los funcionarios, que también, el gobierno de turno decidía. Cierto que se ha tratado de compensar con subidas en determinados «complementos» pero aún así, observando los datos, es difícil pensar que aunque la subida de sueldo solicitada no es la única reivindicación (que podría serlo), las huelgas convocadas para los próximos días 7 y 21 de mayo, no estén plenamente justificadas.

¿Vosotros qué pensais?

El exosistema.

Hoy continuando con la teoría de la Psicología Ecológica hablaremos del «exosistema».

Una responsabilidad destacada en todo esto tienen los medios de comunicación. Éstos nos ponen en contacto casi permanente con la violencia, con la que existe en nuestra sociedad, y con la que se crea de forma virtual imaginaria. Es quizás pos eso por lo que son considerados con frecuencia como una de las principales causas que origina la violencia en los niños y jóvenes. Estudios científicos en torno al tema, permiten extraer algunas conclusiones : Los comportamientos y actitudes que los niños observan en la televisión, tanto positivo (la solidaridad, la tolerancia…), como de tipo negativo (la violencia…), influyen en los comportamientos que manifiestan inmediatamente después. En esos comportamientos se detecta una tendencia significativa a imitar lo que acaban de visionar.

Los modelos televisados son tan eficaces para atraer la atención, que los espectadores aprenden muchas cosas sin ni siquiera necesidad de otros incentivos; ver violencia puede ser una de las causas de las conductas agresivas en los niños (Bandura, 1975; Liebert y Sprafkin, 1988; Carlson, Marcus-Newhall y Miller, 1989; Bushman y Geen, 1990; Bandura, Grusec y Menlove, 1996); ¿pero hasta qué punto influye la televisión en los niños y adolescentes en el aprendizaje de la violencia ?. La respuesta a esta pregunta, tal y como ponen de manifiesto Leon, Cantero y Gómez, (1997), ha suscitado entre diferentes investigadores una cierta “controversia”. Ciertamente, a partir de la teoría del Aprendizaje Social de Bandura (1977), se presupone que si niños y adolescentes observan enormes cantidades de violencia en la trelevisión aprenderán y ejecutarán con gran facilidad comportamientos violentos (Liebert, Neale y Davidson, 1976; Clemente y Vidal, 1994; Borrego y Younis, 1995). Por otro lado, diversas investigaciones (Turner et al., 1986; Eron, 1987; Comstock y Strasburger, 1990; Viemero y Paajanen, 1992; Geen, 1994), hallaron que cuanto más violento es el contenido de los programas que el niño ve en la televisión, más agresivo es el niño en sus comportamientos ( Eron, 1963; Singer y Singer, 1981). Esto también fué confirmado en estudios transculturales por Eron (1982) y por Huesmann y Eron (1986).

Pero el hecho de que estos estudios no permitan establecer con claridad relaciones causales, (debido a que quizás la preferencia por este tipo de programas violentos puede deberse al efecto de otros factores, como son el sexo, tener una baja inteligencia, tener problemas emocionales y de conducta, que exista una actitud permisiva o favorable de los padres para con este tipo de programas de caracter violento, el nivel socioeconómico familiar, las normas sociales, etc.), ha propiciado revisiones (Aragó, 1979; Vilches, 1993), y también la realización de diseños longitudinales (Huesmann y Miller, 1994), y procedimientos estadísticos como el análisis de regresión (Walker y Morley, 1991) o la técnica de correlación parcial (Eron y Hesmann, 1985; Harris, 1992; Vooijs y Vander Voort, 1992; Wiegman, Kuttschreuter y Baarda, 1992). A partir de ellos se concluye que los factores citados condicionan las preferencias de los programas de televisión, lo que puede tener un efecto indirecto sobre la agresividad infantil. Al ponerse en este caso el centro en el contexto del expectador, estos estudios subrayan que los efectos directos de la televisión son limitados (McGuire, 1986; Freedman, 1988; Gadow y Sprafkin, 1993), pues la televisión, como otros medios de comunicación de masas forma parte de un contexto social que genera en la audiencia ciertas expectativas que a su vez influyen en la selección de los programas (Lagerspetz, 1989; Vilches, 1993).

A pesar de ésto, desde la perspectiva del modelo experimentalista, en la medida que se controla la influencia de los factores citados, se piensa que la programación de televisión es determinante del comportamiento en primer grado (Bayatzis, Matillo y Nesbitt, 1995). Reflexión a su vez congruente, con la evidencia experimental acumulada que asocia sin ambigüedad, el ver representaciones violentas en televisión con la conducta agresiva de los telespectadores y con la mayor tolerancia de éstos para con la agresividad en la vida real (Molitor y Hirsch, 1994). Y de ello, Bandura y col. (1996) y Geen y Thomas (1986) ofrecen tres posibles explicaciones :

1. Los estados emocionales pasajeros del expectador pueden hacer que éste se vuelva más o menos influenciable. Es decir, el contenido violento en sí mismo no sería el causante de la agresividad, sino que la causa sería la activación producida por la acción excitante que suele acompañar a este (Dunand, Berkowitz y Leyens, 1984; Zillmann, 1989).

2. Ver violencia desinhibe la conducta agresiva del espectador y activa pensamientos relacionados con la violencia (Josephson, 1987; Bushman y Geen, 1990).

3. Imitamos lo que vemos (Musitu y Medina, 1981).

Además, la influencia de la televisión a largo plazo, se hace patente en las relaciones que el niño establece. A partir de ellas interpreta todo lo que le rodea, incluyendo lo que ve en la televisión. Huesmann y Miller (1994), al revisar estudios longitudinales realizados en los últimos 25 años, concluyen que el visionar modelos violentos puede ejercer efectos a largo plazo a través de una serie de procesos inherentes al aprendizaje observacional, como la organización cognitiva del observador y la estructura de las interacciones humanas.

En definitiva, la repetida exposición a la violencia a través de los medios de comunicación, puede producir una cierta habituación con el consiguiente riesgo que de ello se deriva de considerar la violencia como algo normal, inevitable, reduciéndose así la empatía con las victimas de esa violencia. Goldstein (1999), señala tres grandes efectos negativos de la televisión en la conducta violenta. Por un lado en el agresor se incrementa la imitación de las conductas violentas y se incrementa la violencia dirigida; por otro, en las víctimas, se incrementa el temor y la desconfianza a convertirse precisamente en eso, en “víctimas”, incrementándose la búsqueda de autoprotección; y en los expectadores se produce un incremento y despreocupación por hechos de violencia que contemplan o conocen, elevándose la frialdad ante estos hechos. Nebreda y Perales (1998), se preguntan en qué medida la violencia juega un papel trascendental en la constitución identitaria de los jóvenes, imagen conformada de forma muy significativa mediante los contenidos televisivos. Piensan estos autores que lo malo de la violencia en TV no es solamente el que se muestra como algo eficaz para resolver conflictos, sino que infravalora el poder de la solidaridad para oponerse al mal, excluyendo cualquier alternativa.

Tras lo expuesto, puede afirmarse sin ninguna duda que la televisión ejerce sobre el niño y el adolescente su influencia, dependiendo no solo de los contenidos violentos, sino también de las características de éste y de su contexto sociocultural, luego es muy posible, ( tal y como afirman a partir de un estudio Leon, Cantero y Gómez, 1997), que el niño sea más vulnerable a los efectos de la violencia en la televisión, si su familia y otros agentes de socialización tienen una débil influencia sobre él. Lo dejamos ya por hoy. Otro día hablaré del «Macrosistema«.

Saludos y hasta pronto.

El mesosistema

Hablamos de Mesosistema cuando nos referimos a las interrelaciones (en su conjunto) de más de un entorno en los que participa el individuo (familia/colegio; trabajo/vida social).

Si nos referimos además de al microsistema familiar, al microsistema escolar, hemos de reseñar que los estudios realizados sobre la violencia en la escuela, a la que se ha denominado con el término ingles “bullying”, derivado de “bull” -matón-, reflejan que ésta se produce con una frecuencia bastante superior a la que cabría esperar. Parece que a lo largo de su vida escolar todos los alumnos podrían verse dañados por este problema, como observadores pasivos, como víctimas, o como agresores.

Como sucede con cualquier otra forma de violencia, la intimidación y victimización que se produce en la escuela puede dañar a todas las personas que conviven en ella. En la víctima produce miedo y rechazo al contexto en que se sufre esa violencia, con pérdida de confianza en sí mismo y en los demás; ello acarrea casi siempre problemas de rendimiento académico, baja autoestima, angustia, etc.

En el agresor aumentan los problemas que le llevaron a abusar de su fuerza, porque disminuye su capacidad para la empatía, principal motor de la competencia socioemocional, reforzándose un estilo violento de interacción que representa un grave problema para su propio desarrollo al obstaculizarse el establecimiento de relaciones positivas con el entorno que le rodea.

En las personas que no participan directamente de la violencia pero conviven con ella sin hacer nada para evitarla, si bien en menor grado, también puede producir problemas parecidos a los que se producen en la víctima o en el agresor (reducción de empatía, miedo a poder ser víctima de agresiones similares). Contribuyen así a que aumente la falta de sensibilidad, a que aumente la apatía, a que aumente la insolidaridad respecto a los problemas de los demás, y todas estas cosas, aumentan sin ninguna duda el riesgo de que en un futuro se conviertan en protagonistas directos de esa violencia que fingen no ver.

Por todo ello, según el Informe Elton (en Cowie y Olafsson, 2000), el clima o atmósfera del centro escolar puede ser crucial en el proceso de cambiar conductas antisociales, ya que esta atmósfera puede sancionar claramente las conductas bullying o violentas, solicitar un papel de defensa más activo de los compañeros expectadores de episodios violentos, y fomentar valores prosociales entre los alumnos del centro.

Al contrario, en centros en los que los episodios de violencia no son sancionados, y ni siquiera evaluados, puede existir sobre los alumnos observadores de la violencia una presión que no solo les impida intervenir aun sintiendo simpatía por la víctima, sino que pueden llegar a desensibilizarse ante el sufrimiento de los demás (Safran y Safran, 1985).

Además, la violencia influye muy negativamente en el contexto en el que se produce porque reduce la calidad de vida de las personas, dificulta el logro de la mayoría de los objetivos, y hace que aumenten los problemas y tensiones que la provocaron, activando un proceso de espiral escalonada de gravísimas consecuencias.

Bueno, Lo dejamos por hoy. Otro día hablaré del Exosistema.

Saludos y hasta pronto.